segunda-feira, 21 de junho de 2010

EL PAIS – Un presunto escándalo de espionaje político salpica a la candidata de Lula.

La ex guerrillera Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT) a la presidencia de Brasil y apuesta personal del actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha visto envuelta en un presunto caso de espionaje político acaecido en el equipo organizativo de su propia campaña electoral. El periodista Luiz Lanzetta, responsable de prensa de la campaña, dimitió de su cargo tras haber sido acusado de intentar montar un dispositivo de espionaje contra el adversario más importante de Rousseff, el socialdemócrata José Serra.


La persona elegida para montar la estructura para espiar a Serra era el delegado de policía jubilado Onézimo Sousa, que acudió ayer tarde ante la Comisión Mixta de Control de Actividades de Inteligencia (CCAI) del Congreso Nacional, donde confirmó que había sido convocado a una comida en Brasilia con Lanzetta y otros responsables de la campaña electoral de Dilma Rousseff, tal y como había adelantado la prensa.

El ex delegado de la Policía Federal aseguró que los periodistas Luiz Lanzetta y Amaury Ribeiro Junior le pidieron que investigara la vida privada de Serra. Según ha revelado, recibió una oferta concreta con cifras sobre lo que iba a cobrar. En sus declaraciones Sousa explicó que él se había negado a llevar adelante la operación. Preguntado por si le habían pedido que expiara a Serra a través de escuchas telefónicas, el policía respondió de qué otra forma hubiese podido conocer detalles de la vida privada del candidato socialdemócrata.

La acción de espionaje debía alcanzar, según él, no sólo a Serra sino a políticos del mismo Partido de los Trabajadores, que se disputaban entre ellos la dirección del equipo de la campaña de Rousseff, como Rui Falcon y Valdemir Garreta, rivales de Lanzetta.

La candidata de Lula, que ha asegurado que desconocía este caso de espionaje, ha negado categóricamente que el Partido de los Trabajadores haya intervenido en él y ha repudiado públicamente tales métodos de espiar a los adversarios políticos. La responsabilidad podría recaer sobre la empresa contratada por el PT, con Lanzetta a la cabeza, para preparar el equipo de periodistas que trabajarían en la campaña, que habría actuado sin el consentimiento del partido.

También el presidente Lula ha condenado la tentación de preparar informes contra los adversarios a través de espionaje político, aunque ha sugerido que ha sido la oposición la que habría organizado la operación para perjudicar a su candidata.

Ante las acusaciones de Lula, Serra ha respondido que no se debe convertir a la víctima en verdugo y ha recordado que ya en las elecciones que él disputó hace cuatro años para gobernador de Sào Paulo, Lula tuvo que condenar públicamente a algunos miembros de su partido, detenidos con dinero, para pagar un supuesto informe secreto contra Serra, calificándolos entonces de “aloprados” o “locos”.

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